Antes de iniciarnos en el camino de la maternidad, las mujeres damos más protagonismo y tenemos más perspectivas a nivel laboral, económico, político y social, pero esta situación cambia radicalmente en cuanto tenemos en nuestros brazos a ese ser tan pequeño, es una revolución interior que solo las madres conocemos.
Cambiamos de la noche a la mañana, descubrimos una fuerza que ni nosotras mismas sabíamos que teníamos, y a partir de ese momento, comprendemos que sólo hay unas poquitas cosas en la vida que son realmente importantes, nuestr@s hij@s.
Las primeras semanas tras el parto son de verdadera euforia, a pesar de la falta de sueño no nos encontramos cansadas, nunca pensamos que nuestra paciencia pudiera dar tanto de sí…, es una experiencia inolvidable.
El ser madre comporta muchos cambios, uno de ellos, valorar el dejar el trabajo para estar con ellos, para disfrutar a su lado de cada triunfo, de cada aprendizaje, de cada mirada, de cada sonrisa, de cada juego. Lamentablemente, en la sociedad en la que vivimos no se nos permite disfrutar de nuestros hijos al 100%, puesto que muchas mujeres son despedidas de su empleo porque piden la baja por maternidad, y yo me pregunto, ¿y ell@s no son padres?.
En la actualidad, ya no es el hombre el que se va al trabajo y mantiene la familia, sino que, la mujer también desempeña esa función, pero ¿porqué no nos dan esa oportunidad de elegir?, el cuidar a los hijos también es un trabajo, y muy duro, y debería ser remunerado.
A pesar del duro trabajo a recorrer tras la maternidad, nuestra prioridad son ell@s, nuestr@s hij@s, a l@s que intentamos proteger lo máximo posible, no nos cansamos de decirles lo mucho que les queremos, lo importante que son para nosotras, una sonrisa suya borra de nuestra mente cualquier cosa negativa.
Nos llena ver a nuestro hijo crecer cada día, saber que es fruto del amor y nos hace sentir realizadas como persona y mujer. No se le puede pedir mas a la vida.
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